Boom Latinoamericano

Consolidación de una literatura continental

La consolidación de la nueva narrativa ocurre en la década de 1960, edad dorada de la nueva novela, el gran momento del boom, época en que se percibe un inesperado interés y demanda por nuestra creación en Europa y Estados Unidos.

Jugó un papel clave en esa difusión la española Editorial Seix Barral y su Premio Biblioteca Breve. Ambos darán a conocer la nueva legión de narradores y reafirmarán las posiciones protagónicas de sus antecesores.

Obtienen el premio y la fulminante popularidad: Vargas Llosa, con La ciudad y los perros; Vicente Leñero, con Los albañiles; Guillermo Cabrera Infante, con Tres tristes tigres; Carlos Fuentes, con Cambio de piel; y José Donoso, con El obsceno pájaro de la noche. Los premios internacionales y las traducciones se suceden para todos estos novelistas.

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1. ¿Qué fue el boom? (pp. 235-39)

El “boom” dura, aproximadamente de mediados los 60 hasta 1972. Menos de una década habría durado un procesamiento público de los valores literarios que se cuenta entre los más confusos y menos críticos que han conocido las letras latinoamericanas. Aparece originalemente en México y Buenos Aires, y se amplia rápidamente al instalarse en Barcelona. Importante fue la atención que en Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania Federal se concedió a las traducciones. La repentina curiosidad por la región, fortaleció el orgullo nacional y la búsqueda de identidad. Hubo, pues, una exaltación inicial que contó con un amplio respaldo y un cosenso crítico, pero, a medida que se perfilaban las características del “boom” y las editoriales comenzaron a sacar tiradas masivas, comenzaron las oposiciones, los reparos y las objeciones. Los libros se transformaron en objetos del mercado consumidor. Los escritores comenzaron a conquistar al público mediante artilugios comerciales. Se abrió el debate. Las diatribas de ese debate son estrictamente simétricas: si el “boom” reduce la literatura moderna latinoamericana a unas pocas figuras del género narrativo sobre las cuales concentra los focos, ignorando al resto o condenándolo a segunda fila, los impugnadores le niegan virtualidad artística y social a estos autores, aduciendo que sus obras son meras copias de las europeas vanguarditas, o que son productos del “mass media”.

Definir el “boom” no es tarea fácil. Tiene su origen en la terminología del “marketing” moderno norteamericano para designar el alza brusca de las ventas de un determinado producto, en este caso, los libros. Para ajustar la definición del “boom” es importante recabar la opinión de los escritores que por él resultaron elegidos, presenciando la opinión de los protagonistas a un fenómeno sociológico enteramente nuevo.
a) Mario Vargas Llosa , en el “Coloquiodel Libro” celebrado en Caracas en julio de 1972 señala: “ lo que se llama ahora el ‘boom’ y que nadie sabe exactamente lo que es —yo particularmente no lo sé— es un conjunto de escritores, tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno tiene su propia lista, que adquirieron, de manera más o menos simultánea en el tiempo, cierta difusión, cierto reconocimiento por parte del público y de la crítica. Esto puede llamarse, tal vez, un accidente histórico. No se trató de un movimiento literario vinculado a un ideario estético, político o moral…un Cortázar o un Fuentes tienen pocas cosas en común y muchas otras en divergencias. Los editores aprovecharon muchísimo la situación, pero esta también contribuyó a que se difundiera la literatura latinoamericana…aspecto bastante positivo…lo que ha servido de estímulo a muchos jóvenes escritores…porque les ha probado que en América Latina existe la posibilidad de publicar.” En esta conferencia, Vargas Llosa enfoca la explicación del término hacia la creación individual. En diciembre de 1972, da un discurso en el Institut des Hautes Etudes en el que explica el “boom” desde un punto de vista más político: “…eso que tan mal se ha dado en llamar el ‘boom’ de la literatura latinoamericana, me parece un formidable apoyo a la causa presente y futura del socialismo…¿qué es el ‘boom’ sino la más extraordianria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte de su propia identidad?. . .los que califican al ‘boom’ de maniobra editorial, olvidan que el ‘boom’ no lo hicieron los editores, sino los lectores.”


2. Las esquivas definiciones (pp. 239-248)


b) Julio Cortázar destaca el hecho de la aparición de un nuevo público lector y de su búsqueda de identidad. Este nuevo público tuvo su mejor cuna en los recintos universitarios, masivamente acrecentados en la postguerra por los sectores de la burguesía alta y media que asumieron una posición contestataria durante los 60. Ese público comulgó con la narrativa de Ernesto Sábato o Julio Cortázar en el Sur, como lo hizo con Paz o Fuentes en el Norte, porque en todos ellos encontró esa anhelosa búsqueda de la identidad que se trazaba fuera de los esquemas interpretativos heredados.

c) José Donoso publica en 1972 su obra Historia personal del boom de donde se puede extraer una definición: “…es difícil definir con siquiera un rigor módico este fenómeno literario que recien termina…y cuya existencia como unidad se debe no al arbitrio de aquellos escritores que lo integrarían, a su unidad de miras estéticas o políticas, y a sus inalterables lealtades de tipo amistoso, sino que es más bien invención de aquéllos que la ponen en duda. Al nivel más simple existe la circustancia fortuita, previa a posibles y quizás certeras explicaciones histórico-culturales, que en 21 repúblicas del mismo continente, donde se escribe variedades más o menos reconocibles del castellano, durante un periodo de muy pocos años aparecieron tanto las brillantes primera novelas de autores que maduraron muy o relativamente temprano —Vargas Llosa y Carlos Fuentes— y casi al mismo tiempo las novelas cenitales de prestigiosos maestros —Sábato, Onetti, Cortázar— produciendo así una conjunción espectacular.” La definición estética de Donoso estaría en la conjunción de una nueva percepción de la estructura narrativa y otra del manejo de la lengua, lo que tanto en Fuentes como en el mismo Donoso es evidente. En su ensayo se superponen y se desencuentran dos enfoques: 1. el “boom” es una estética, 2. el “boom” es un movimiento vagamente generacional donde conviven posturas tan disímiles y opuestas como las de Cortázar y Benedetti, por ejemplo. En definitiva, Donoso registra la visión subjetiva del proceso en el que él mismo es protagonista.


3. ¿Quiénes son? (pp. 260-65)

Según Vargas Llosa, “cada uno tiene su propia lista.” Es difícil establecer un criterio para seleccionar a los autores que forman parte o no del “boom”. No se puede dividir en género literarios porque, desgraciadamente, solo se consideran que están dentro del “boom” las obras de narrativa. Si se toma un criterio exclusivamente cuantitativo, se habla en términos de los más o menos vendidos, al margen de la calidad estética de la obra. Si atendemos a las listas usuales de integrantes del “boom”, normalemente no figuran garndes autores como Rulfo u Onetti, quienes pertenencen a un tipo de escritores reticentes al estrépito público. Autores como Carlos Fuentes, en su ensayo "La nueva novela hispanoamericana" elige 5 ejemplos: Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Juan Goytisolo. En su libro Historia personal del boom Donoso habla de “tronos”, “serafines” y “arcángeles”, poniendo sólo cuatro nombres a la diestra del Dios Padre Todopoderoso: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. Carlos Barral incluye en su lista a Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes y Donoso. Rama satiriza el “boom” definiéndolo como el club más exclusivista que haya conocido la historia culturla de América Latina, un club que tiende a aferrarse al principio intangible de sólo 5 sillones.


Ángel Rama, El Boom en perspectiva, en Novela en América Latina: Panoramas 1920-1980




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