Nueva narrativa hispanoamericana

Razones por las que se produce el “boom”(o “masiva divulgación de la novela hispanoamericana): desarrollo de la industria editorial en Hispanoamérica y España, pero más importante es el gusto del público. Para que la novela literaria tenga tanto éxito es preciso que se cumplan ciertas condiciones: un número sificientemente grande de creadores dentro de un lapso de tiempo relativamente breve y el nivel cualitativo de sus creaciones debe superar el nivel normal.
Influencias para la nueva novela: el surrealismo y Borges. Borges desbrozó el camino que se aleja de la representación directa de la (supuesta) realidad, pero que vuelve a lo humano por medio de la fantasía. Como afirma Benzedú, “el ‘fabulador moderno’ no huye de ella [la realidad], sino que la penentral más profundamente y la interpreta con otros recursos técnicos de la narración contemporánea, y de esta manera, responde al grave interrogante del destino de la novela después del agotamiento de la novela realista.” Esto no fue un estallido, sino un proceso de lento desarrollo. Se pasa al cuestionamiento de la realidad, o a la negación de la capacidad del hombre de dar razón unívoca de ella.
Podemos afirmar que en general la nueva novela tiende a polarizarse en torno a dos extremos: escritores que dotan a su obra de una estrucutra muy visible que funciona como una consciente respuesta artística a la desistengración caótica de la realidad; otros escritores que deliberadamente ocultan el diseño de sus novelas, de modo que el fragmentarismo y la ambiguedad que resultana parezcan reflejar directamente a la que nos hemos referido. El realismo, cimentado en la idea de una realidad objetiva y comprensible, formaba parte de ese “antiguo hogar”, y con él queda destruido. El escritor ahora se encuentra ante la alternativa de visión de la realidad, o bien rechazar por completo la noción de una relación directa entre realidad y arte. Característico es el renovado interés por el lenguaje, no ya como elemento estilístico y mero vehículo de expresión, sino en sus relaciones más secretas con lo real.


Entre los resultados del rechazo del realismo tradicional figuran:
1. Desaparición de la vieja novela “criollista” o “telúrica”, de tema rural, y la emergencia del neoindigenismo de Asturias y Arguedas.
2. Desaparición de la novela “comprometida” y la emergencia de la novela “metafísica”, en busca de nuevos valores.
3. Tendencia a subordinar la observación a la fantasía.
4. Tendencia a enfatizar aspectos ambiguos, irracionales y misteriosos de la realidad y de las personalidades, desembocando en lo absurdo como metáfora de la existencia humana.
5. Tendencia a desconfiar del concepto del amor como soporte existencial y enfatizar la incomunicación del individuo.
6. Tendencia a quitar valor al concepto de la muerte
7. Rebelión contra todos los tabúes morales, sobre todo relacionados con la religión y la sexualidad.

Otras de las características de la nueva novela son el humor y el erotismo. Los autores de la nueva novela se han adelantado cada vez más en el estudio no sólo de la sexualidad normal, sino tambien y peferentemente en el análisis de formas de comportamiento sexual que convencionalmente se han considerado como aberrantes (homosexualidad, lesbianismo, sodomía, sadismo, onanismo…). A diferencia de lo que ocurría en la novela tradicional, ahora el erotismo está visto en el contexto de orfandad espiritual del hombre, con lo que en algunos casos el sexo sirve como recurso contra la incomunicación del hombre, o como arma contra la sociedad burguesa.

En cuanto a la forma de la nueva novela, la emergencia de una nueva cosmovisión ha traído consigo la necesidad de una revisión total de la técnica narrativa.
Técnicas de la nueva novela hispanoamericana:
1. Tendencia a abandonar la estructura lineal, ordenada y lógica, típica de la novela tradicional y reemplazándola con otra estructura basada en la evolución espiritual del protagonista, o bien con estructuras experimentales que reflejan la multiplicidad de lo real.
2. Tendencia a subvertir el concepto del tiempo cronológico lineal.
3. Tendencia a abandonar los escenarios realistas de la novela tradicional, reemplazándolos con espacios imaginarios.
4. Tendencia a reemplazar al narrador omnisciente en tercera persona con narradores múltiples o ambiguos.
5. Mayor empleo de elementos simbólicos.
En términos generales se puede hablar de una sublevación contra todo intento de presentación unívoca de la realidad y de la creación de obras esencialemnte abiertas que ofrecen la posibilidad de múltiples lecturas. Según García Márquez “La novela ideal es una novela absolutamente libre, que no sólo inquiete por su contenido político y social, sino por su poder de penetración en la realidad: y mejor aún si es capaz de voltear la realidad al reves para mostrar cómo es del otro lado”.



Shaw, Donald, Conclusión

Boom Latinoamericano

Consolidación de una literatura continental

La consolidación de la nueva narrativa ocurre en la década de 1960, edad dorada de la nueva novela, el gran momento del boom, época en que se percibe un inesperado interés y demanda por nuestra creación en Europa y Estados Unidos.

Jugó un papel clave en esa difusión la española Editorial Seix Barral y su Premio Biblioteca Breve. Ambos darán a conocer la nueva legión de narradores y reafirmarán las posiciones protagónicas de sus antecesores.

Obtienen el premio y la fulminante popularidad: Vargas Llosa, con La ciudad y los perros; Vicente Leñero, con Los albañiles; Guillermo Cabrera Infante, con Tres tristes tigres; Carlos Fuentes, con Cambio de piel; y José Donoso, con El obsceno pájaro de la noche. Los premios internacionales y las traducciones se suceden para todos estos novelistas.

***

1. ¿Qué fue el boom? (pp. 235-39)

El “boom” dura, aproximadamente de mediados los 60 hasta 1972. Menos de una década habría durado un procesamiento público de los valores literarios que se cuenta entre los más confusos y menos críticos que han conocido las letras latinoamericanas. Aparece originalemente en México y Buenos Aires, y se amplia rápidamente al instalarse en Barcelona. Importante fue la atención que en Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania Federal se concedió a las traducciones. La repentina curiosidad por la región, fortaleció el orgullo nacional y la búsqueda de identidad. Hubo, pues, una exaltación inicial que contó con un amplio respaldo y un cosenso crítico, pero, a medida que se perfilaban las características del “boom” y las editoriales comenzaron a sacar tiradas masivas, comenzaron las oposiciones, los reparos y las objeciones. Los libros se transformaron en objetos del mercado consumidor. Los escritores comenzaron a conquistar al público mediante artilugios comerciales. Se abrió el debate. Las diatribas de ese debate son estrictamente simétricas: si el “boom” reduce la literatura moderna latinoamericana a unas pocas figuras del género narrativo sobre las cuales concentra los focos, ignorando al resto o condenándolo a segunda fila, los impugnadores le niegan virtualidad artística y social a estos autores, aduciendo que sus obras son meras copias de las europeas vanguarditas, o que son productos del “mass media”.

Definir el “boom” no es tarea fácil. Tiene su origen en la terminología del “marketing” moderno norteamericano para designar el alza brusca de las ventas de un determinado producto, en este caso, los libros. Para ajustar la definición del “boom” es importante recabar la opinión de los escritores que por él resultaron elegidos, presenciando la opinión de los protagonistas a un fenómeno sociológico enteramente nuevo.
a) Mario Vargas Llosa , en el “Coloquiodel Libro” celebrado en Caracas en julio de 1972 señala: “ lo que se llama ahora el ‘boom’ y que nadie sabe exactamente lo que es —yo particularmente no lo sé— es un conjunto de escritores, tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno tiene su propia lista, que adquirieron, de manera más o menos simultánea en el tiempo, cierta difusión, cierto reconocimiento por parte del público y de la crítica. Esto puede llamarse, tal vez, un accidente histórico. No se trató de un movimiento literario vinculado a un ideario estético, político o moral…un Cortázar o un Fuentes tienen pocas cosas en común y muchas otras en divergencias. Los editores aprovecharon muchísimo la situación, pero esta también contribuyó a que se difundiera la literatura latinoamericana…aspecto bastante positivo…lo que ha servido de estímulo a muchos jóvenes escritores…porque les ha probado que en América Latina existe la posibilidad de publicar.” En esta conferencia, Vargas Llosa enfoca la explicación del término hacia la creación individual. En diciembre de 1972, da un discurso en el Institut des Hautes Etudes en el que explica el “boom” desde un punto de vista más político: “…eso que tan mal se ha dado en llamar el ‘boom’ de la literatura latinoamericana, me parece un formidable apoyo a la causa presente y futura del socialismo…¿qué es el ‘boom’ sino la más extraordianria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte de su propia identidad?. . .los que califican al ‘boom’ de maniobra editorial, olvidan que el ‘boom’ no lo hicieron los editores, sino los lectores.”


2. Las esquivas definiciones (pp. 239-248)


b) Julio Cortázar destaca el hecho de la aparición de un nuevo público lector y de su búsqueda de identidad. Este nuevo público tuvo su mejor cuna en los recintos universitarios, masivamente acrecentados en la postguerra por los sectores de la burguesía alta y media que asumieron una posición contestataria durante los 60. Ese público comulgó con la narrativa de Ernesto Sábato o Julio Cortázar en el Sur, como lo hizo con Paz o Fuentes en el Norte, porque en todos ellos encontró esa anhelosa búsqueda de la identidad que se trazaba fuera de los esquemas interpretativos heredados.

c) José Donoso publica en 1972 su obra Historia personal del boom de donde se puede extraer una definición: “…es difícil definir con siquiera un rigor módico este fenómeno literario que recien termina…y cuya existencia como unidad se debe no al arbitrio de aquellos escritores que lo integrarían, a su unidad de miras estéticas o políticas, y a sus inalterables lealtades de tipo amistoso, sino que es más bien invención de aquéllos que la ponen en duda. Al nivel más simple existe la circustancia fortuita, previa a posibles y quizás certeras explicaciones histórico-culturales, que en 21 repúblicas del mismo continente, donde se escribe variedades más o menos reconocibles del castellano, durante un periodo de muy pocos años aparecieron tanto las brillantes primera novelas de autores que maduraron muy o relativamente temprano —Vargas Llosa y Carlos Fuentes— y casi al mismo tiempo las novelas cenitales de prestigiosos maestros —Sábato, Onetti, Cortázar— produciendo así una conjunción espectacular.” La definición estética de Donoso estaría en la conjunción de una nueva percepción de la estructura narrativa y otra del manejo de la lengua, lo que tanto en Fuentes como en el mismo Donoso es evidente. En su ensayo se superponen y se desencuentran dos enfoques: 1. el “boom” es una estética, 2. el “boom” es un movimiento vagamente generacional donde conviven posturas tan disímiles y opuestas como las de Cortázar y Benedetti, por ejemplo. En definitiva, Donoso registra la visión subjetiva del proceso en el que él mismo es protagonista.


3. ¿Quiénes son? (pp. 260-65)

Según Vargas Llosa, “cada uno tiene su propia lista.” Es difícil establecer un criterio para seleccionar a los autores que forman parte o no del “boom”. No se puede dividir en género literarios porque, desgraciadamente, solo se consideran que están dentro del “boom” las obras de narrativa. Si se toma un criterio exclusivamente cuantitativo, se habla en términos de los más o menos vendidos, al margen de la calidad estética de la obra. Si atendemos a las listas usuales de integrantes del “boom”, normalemente no figuran garndes autores como Rulfo u Onetti, quienes pertenencen a un tipo de escritores reticentes al estrépito público. Autores como Carlos Fuentes, en su ensayo "La nueva novela hispanoamericana" elige 5 ejemplos: Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Juan Goytisolo. En su libro Historia personal del boom Donoso habla de “tronos”, “serafines” y “arcángeles”, poniendo sólo cuatro nombres a la diestra del Dios Padre Todopoderoso: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. Carlos Barral incluye en su lista a Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes y Donoso. Rama satiriza el “boom” definiéndolo como el club más exclusivista que haya conocido la historia culturla de América Latina, un club que tiende a aferrarse al principio intangible de sólo 5 sillones.


Ángel Rama, El Boom en perspectiva, en Novela en América Latina: Panoramas 1920-1980




PARA CHUSMEAR TAMBIÉN!